La
mañana empieza con el canto de los gallos y las aves María Mulatas, como una
anunciación inminente que nos da el indicio de que ya estamos en el día
siguiente. Ahora, el sol aparece en lo alto, desplegando sus pinceladas
amarillas en las empinadas montañas, dándole el color más vivo a las espesas
frondosidades del Perijá.
Tan
pronto se abren las puertas de la biblioteca de Manaure, pareciéramos
sumergirnos en un mar de libros y descubrir en su profundidad las historias más
extraordinarias y selectas para disfrutar en familia, para navegar y
transcender a otras invenciones, como en las que navegó Max, el personaje de Maurice Sendak. Para romper los límites
del tiempo y hacerlo inexistente en los actos de lectura.
Cerca
de la puerta, emerge el olor a café, éste se confunde entre perfume de las
flores trinitarias y el olor a libros. Entra de primero la bibliotecaria,
Neidis Belén. Le sigo después, a pasos lentos, intentando no alterar la
tranquilidad del lugar, luego nos ubicamos sobre la mesa principal. Lo primero
que está programado, es un encuentros con los estudiantes vinculados al
proyecto, Biblioteca – Escuela.
Entro
a la sala infantil y los libros que he estudiado para cada una de las
actividades, los ubico en un lugar visible, mientras el reloj va en su marcha
continúa y nosotros a la expectativa de su proceder… a la espera del justo
instante en que pueda ir en busca de los niños. Se marcan las 8: 30 a.m y ya el sol está en lo
más alto, así que salgo de aquel lugar, cruzo tres calles, donde el olor a
guayaba es inminente, a la sombra de los árboles de mango y maíz tostado.
Los
alumnos me esperan, todos organizados en dos filas. Al verme, me transmiten
alegría, se les ve contento unos a otros y haciendo mención de la biblioteca en
cada momento en que marcamos un paso y nos acercamos a ese espacio lleno de
libros y muy colorido. Al llegar, entramos en fila, damos los buenos días y nos
dirigimos hasta la sala infantil. Todos se sientan, formando una medía luna, calladitos,
mientras observan los libros que he seleccionado en la presente oportunidad.
Nos
sumergimos en el recuerdo y hacemos mención de las historias más significativas,
que de alguna manera han gustado y se hacen muy reiterativas en ellos, de
contársela a sus papás y recordarlas con tanta claridad, como si se las hubiera
leído instantes atrás, sólo es suficiente con enseñarles de nuevo el libro y ellos
narrarnos con detalles cada una de las situaciones que observan en las
ilustraciones; reconocer los personajes y esa atmósfera de inicio a fin, consecuente
con el contenido de palabras.
Al
poco tiempo, elegí un libro al azar y resultó ser “Cuento de noche” de Roberto
Aliaga. Levanté el libro para que se hiciera visible en todos, dándoles a
conocer la imagen de portada, el título, y por medio de formulación de
preguntas, concederles cierto indicio de su contenido. Posteriormente abrí el
libro y les leí en Voz Alta. Los estudiantes, de algún modo, deben sentirse
identificado con la historia. La noche, el dormir y las venturas literarias que
les cuentan papá y mamá entes de que se sumerjan en la profundidad de los
sueños. De avivarles la imaginación y llevarlos a viajar por otros lugares, y
que también puedan convertirse en protagonistas de sus propias historias; descubrir
nuevos personajes e interactuar con ellos, enfrentar sus miedos, sentir las
emociones, gustos y sabores que se les pueden transmitir mediante la lectura en
Voz Alta y disfrutar de estos encuentros literarios que se hacen semanalmente
en la biblioteca de Manaure.
Por:
Bayron
Araújo Campo
Promotor
de Lectura y Escritura.
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