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Escritor, periodista y gestor cultural colombiano.

martes, 6 de octubre de 2015

UNA MAÑANA DE ENCUENTRO CON ESCOLARES Y LECTURAS EN VOZ ALTA



La mañana empieza con el canto de los gallos y las aves María Mulatas, como una anunciación inminente que nos da el indicio de que ya estamos en el día siguiente. Ahora, el sol aparece en lo alto, desplegando sus pinceladas amarillas en las empinadas montañas, dándole el color más vivo a las espesas frondosidades del Perijá.

Tan pronto se abren las puertas de la biblioteca de Manaure, pareciéramos sumergirnos en un mar de libros y descubrir en su profundidad las historias más extraordinarias y selectas para disfrutar en familia, para navegar y transcender a otras invenciones, como en las que navegó Max, el personaje de Maurice Sendak. Para romper los límites del tiempo y hacerlo inexistente en los actos de lectura.

Cerca de la puerta, emerge el olor a café, éste se confunde entre perfume de las flores trinitarias y el olor a libros. Entra de primero la bibliotecaria, Neidis Belén. Le sigo después, a pasos lentos, intentando no alterar la tranquilidad del lugar, luego nos ubicamos sobre la mesa principal. Lo primero que está programado, es un encuentros con los estudiantes vinculados al proyecto, Biblioteca – Escuela.

Entro a la sala infantil y los libros que he estudiado para cada una de las actividades, los ubico en un lugar visible, mientras el reloj va en su marcha continúa y nosotros a la expectativa de su proceder… a la espera del justo instante en que pueda ir en busca de los niños.  Se marcan las 8: 30 a.m y ya el sol está en lo más alto, así que salgo de aquel lugar, cruzo tres calles, donde el olor a guayaba es inminente, a la sombra de los árboles de mango y maíz tostado.

Los alumnos me esperan, todos organizados en dos filas. Al verme, me transmiten alegría, se les ve contento unos a otros y haciendo mención de la biblioteca en cada momento en que marcamos un paso y nos acercamos a ese espacio lleno de libros y muy colorido. Al llegar, entramos en fila, damos los buenos días y nos dirigimos hasta la sala infantil. Todos se sientan, formando una medía luna, calladitos, mientras observan los libros que he seleccionado en la presente oportunidad.

Nos sumergimos en el recuerdo y hacemos mención de las historias más significativas, que de alguna manera han gustado y se hacen muy reiterativas en ellos, de contársela a sus papás y recordarlas con tanta claridad, como si se las hubiera leído instantes atrás, sólo es suficiente con enseñarles de nuevo el libro y ellos narrarnos con detalles cada una de las situaciones que observan en las ilustraciones; reconocer los personajes y esa atmósfera de inicio a fin, consecuente con el contenido de palabras.

Al poco tiempo, elegí un libro al azar y resultó ser “Cuento de noche” de Roberto Aliaga. Levanté el libro para que se hiciera visible en todos, dándoles a conocer la imagen de portada, el título, y por medio de formulación de preguntas, concederles cierto indicio de su contenido. Posteriormente abrí el libro y les leí en Voz Alta. Los estudiantes, de algún modo, deben sentirse identificado con la historia. La noche, el dormir y las venturas literarias que les cuentan papá y mamá entes de que se sumerjan en la profundidad de los sueños. De avivarles la imaginación y llevarlos a viajar por otros lugares, y que también puedan convertirse en protagonistas de sus propias historias; descubrir nuevos personajes e interactuar con ellos, enfrentar sus miedos, sentir las emociones, gustos y sabores que se les pueden transmitir mediante la lectura en Voz Alta y disfrutar de estos encuentros literarios que se hacen semanalmente en la biblioteca de Manaure.

Por:
Bayron Araújo Campo

Promotor de Lectura y Escritura.

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