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Escritor, periodista y gestor cultural colombiano.

martes, 24 de noviembre de 2015

UNA SOPA DE PIEDRA





Autor:   Anaïs Vaugelade.


Un lobo viejo y flaco se acerca al pueblo de los animales. Llama a la puerta de la gallina y le pide hacer una simple sopa de piedra. Esta le abre, llevada por la curiosidad: no conoce al lobo, pero le han hablado mucho de él, y quisiera probar esa sopa. Pero se extraña al conocer la receta —agua y piedras, «nada más»— y sugiere mejorarla con algo de apio. Van llegando amigos, inquietos, curiosos, y la historia se repite. «¿No se podría poner algo de calabacín?» «Sí que se puede». El cerdo, el pato, el caballo, la oveja, la cabra, el perro, cada uno dice y aporta lo suyo. Habrá sopa sabrosa para que todos repitan y la cena durará hasta tarde.

Luego el lobo pincha la piedra, afirma que aún tiene sustancia y se marcha con ella. Lo animan a volver otro día, pero el lobo no responde. «No creo que vuelva», dice el narrador, mientras el lobo se aleja con su piedra, colina abajo, entre la nieve. En una imagen final, fragmentaria, parece que ha llamado a la puerta de un pavo, cabe suponer que en otro pueblo, para otra cena robada y pasajera.

Hay melancolía en este álbum en el que el lobo no abandona nunca la cara de tristeza, los ojos entreabiertos ni el aire jorobado. En esta rama de la tradición parece haber una reflexión tácita sobre la vejez, la carestía y la rara dignidad de quien, habiendo sido objeto de temor, es hoy una sombra en sus últimos días.

Por:
Bayron Araújo Campo 
Promotor de Lectura y Escritura

Biblioteca Nacional – Ministerio de Cultura.  

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