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Escritor, periodista y gestor cultural colombiano.

jueves, 20 de agosto de 2015

HAY UN OSO EN EL CUARTO OSCURO



Escrito e ilustrado por la inglesa, Helen Cooper.
Editorial Juvenil, 2000.

Narra la historia de Guillermo, un niño que teme ante un gran oso que “supuestamente” ha visto en su casa, precisamente allí en el cuarto oscuro, debajo de la escalera. El personaje se forma un “imaginario”, de creer que aquel terrible animal pude comerse a un niño como él. Así que hace por llevarle comida, medio abre la puerta con los ojos cerrados, saca las frutas de su bolsillo y se las arroja rápidamente. Días después, cuando en aquel lugar empieza apestar y la madre de Guillermo se da cuenta de donde proviene aquel fétido olor, el personaje decide contarle toda la verdad sobre el oso del cuarto oscuro, y ella le sugiere que se enfrenten a él. Cogen una escoba y, a modo de lanzas listas para entrar en batalla, se acercan a la puerta. Cuando finalmente la abren, encuentran una alfombra vieja y peluda en lugar de un oso y mucha comida apestosa por todas partes. 

Es uno de esas historias, que está muy relacionado a cada temor que apareció alguna vez en nuestra infancia e incluso en cualquier etapa de nuestras vidas, de imaginarnos cosas que no son, ya sea a causa de la forma de algún objeto que llegamos a desconocer como sucede en la narración.

Así como en el personaje principal, en muchos niños se ve el hecho de reconocer los animales, de sorprenderse sobre ellos, diferenciarlos unos de otros.  En la historia, Guillermo conoce muy bien como es el aspecto de los osos, dibujándolos detalle a detalle, dándole vida en su imaginación mientras va creciendo su miedo.

Cabe resaltar, la riqueza de las ilustraciones, ya que nos permite ver varios planos, el de la realidad dentro de un todo en el que aparece la imaginación del oso, la imaginación de Guillermo y la imaginación que asume en su momento el propio lector, las cuales nos permite tener una secuencia de la historia, de ver cómo es que suceden cada una de las situaciones en la atmósfera de los personajes y de cierta forma tener indicio sobre el final de este mismo, que termina por ser muy sorpresivo.

Por:
Bayron Araújo Campo
Estrategia de promotores de lectura Regionales.
Biblioteca Nacional – Ministerio de Cultura 

CUENTO DE NOCHE

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Libro álbum de Roberto Aliaga,  editado por Cuento de Luz en 2012 y con ilustración de Sonja Wimmer.

“Cada noche, antes de dormir, ella se sienta en su cama con un montón de cuentos entre las manos. Elige uno al azar y, con voz suave, comienza a leer… Al instante, palabras e imágenes transforman mi habitación. Porque en sus cuentos, yo siempre soy el protagonista.”

Los niños, de algún modo, deben sentirse identificado con la historia. La noche, los sueños y las venturas literarias que les cuentan papá y mamá entes de que se sumerjan en la profundidad de los sueños. De avivarles la imaginación y llevarlos a viajar por otros lugares, a convertirse en protagonistas de sus propias historias e incluso de otras, descubrir nuevos personajes e interactuar con ellos, enfrentar sus miedos, sentir los emociones, gustos y sabores que les pueden transmitir mediante la lectura de los cuentos.

La obra de Roberto Aliaga, no sólo es un cuento, son muchos cuentos que se conjugan y hacen que la historia sea muy enriquecida, además de las hermosas ilustraciones de Sojan, que son realmente muy llamativas, en especial por lo grande y coloridas que son, las cuales terminan por despertar el interés y la curiosidad del niño por abordar en detalles los contenidos y conectarse con la atmósfera en la que da movimiento el personaje. Esto es lo que hace Roberto con su personaje, poner en manifiesto cada una de las sensaciones y placeres que se pueden transmitir a través de la lectura. Lo que significa el hecho de compartir cuentos por las noches. El niño que escuché esta obra, muy seguramente, también deberá sentirse el protagonista.

Por:
Bayron Araújo Campo
Estrategia de promotores de lectura Regionales. 

lunes, 17 de agosto de 2015

VUELVEN A LEER Y VUELVEN A JUGAR


El atardecer empieza apagarse dando sus últimas  pinceladas amarillas en los picos de las frondosas e empinadas montañas de la serranía del Perijá. Estos atardeceres, se observan esplendidos desde la Biblioteca Pública de Manaure, Cesar, donde los lectores que frecuentan, se gozan de la panorámica que les brinda aquel espacio. Luego corre un viento fresco, como si llevara en lentitud las primeras sombras de la noche. Pero lo más hermoso y que no se ve todos los días, es cuando un arcoíris se asoma en las ventanas del cielo, tan pronto me llega al recuerdo las historias de David Mckee y su personaje principal, el elefante Elmer y me recuerda también a unas pequeñas lectoras de Mackee, una niña llamada Sofía, con 7 años de edad, quien viene acompañada de Natalia, su hermana de 3 años, ambas amantes de la literatura infantil. Se les ve solitarias, en algún rincón de la instancia, mientras leen y pasan las páginas de las obras de sus autores favoritos, en los que está Idana Rodríguez, Keiko Kasza, Helen Oxenbury, entre otros. Son niñas que ya han hecho parte del Proyecto “Lectura y primera infancia” y por los autores mencionados, son los que más han gustado al abordar sus contenidos.

Son puntuales en su rutina, llegan tipo 4 de la tarde, siempre acompañada de su hermana más pequeña, a quien Sofía la sienta a su lado y empieza a compartirle en Voz Alta cada una de las historias que conoce. Natalia sonriente la observa con detenimiento, muy atenta a lo que le cuentan y a su vez señalando cada personaje que se aparece al pasar de cada página del libro.

La imaginación se les activa, se hace evidente sus emociones, sus risas y miedos en el sentir de cada historia que abordan. En momentos, brincan sobre los coloridos cojines, juegan, se caminan todo el lugar, se esconden entre los estantes llenos de libros, vuelven a leer y vuelven a jugar, así reiteradas veces. Es como si el tiempo pareciera detenérsete y sólo transcurrir en las historias, mientras los personajes emergen entre oleajes de palabras, saltándose de las páginas de los libros, para luego situarse en la imaginación de ellas y así llenarla continuamente de aventuras memorables. Pero luego despiertan y retoman la realidad, cuando ven que cae la noche y empiezan a cerrarse las primeras puertas de la Biblioteca. En sus gestos, es como si no quisieran irse. Sus padres ya saben en qué momento recogerlas.

Al día siguiente, vuelven a la misma hora, mientras la tarde se va agonizante, aunque esplendida. Desde los ventanales también se dibujan sus últimas pinceladas amarillas, como una muerte hermosa. Al entrar, Sofía da las buenas tardes a la bibliotecaria, como con esa timidez que caracteriza en su mayoría a todos los niños, en cambio Natalia entra calladita, sin alterar el silencio, como queriendo sólo dar el saludo con sus ojos, luego se detienen unos instantes en la ventana, muy curiosas, observando detenidamente el horizonte, como quien mira la vastedad del caribe, con brillo sutil y atrayente. Sofía toma a su hermana de las manos y se dirigen hasta la sala infantil, precisamente a ese rincón solitario en el que casi todos los días; disfrutan de ese gran placer que es la lectura. seleccionando así los libros que más les parecen llamativos, dejándose sorprender por las bellas ilustraciones que encuentran, sumergiéndose en las historias, recordando personajes feroces mientras retan sus miedos; personajes como Ernesto el león hambriento, los monstruos ilustrados por Maurice Sendak, increíbles animales que intentaban ser el más poderoso, si, eran tan feroces que parecían saltarse de las páginas de sus historias y perseguir a Sofía y Natalia por toda la sala infantil, pero allí estaba el abuelo sapo para defenderlas y un sastrecillo muy valiente.

Bayron Araújo Campo
Estrategia de Promotores de Lectura Regionales
Red Nacional de Bibliotecas Públicas – Biblioteca Nacional – Ministerio de Cultura